domingo, 21 de junio de 2009

ASPECTO FILOSOFICO DE LA EDUCACION SUPERIOR

ASPECTO FILOSOFICO DE LA EDUCACION SUPERIOR: FILOSOFAR ¿FICCIÓN, REALIDAD O NECESIDAD?









El maestro venezolano Simón Rodríguez lo decía desde el siglo XIX”:


Estos pueblos con historia y condiciones ambientales, económicas, sociales, políticas y culturales específicas y diferentes de la de los pueblos europeos y de Estados Unidos, deben tener también instituciones específicas y diferentes. La América española es original, originales deben ser sus instituciones y su gobierno y originales los medios de fundar uno y otro.

O inventamos o erramos… imitemos la originalidad”.


Fragmento tomado del Discurso del Ministro del Poder Popular para la Educación Superior, Dr. Luis Acuña Cedeño, en la Mesa redonda sobre los desafíos de la Cooperación Sur-Sur, en el marco de la Conferencia Regional de Educación Superior Cartagena, Colombia, del 4 al 6 de junio de 2008

FILOSOFAR ¿FICCION, REALIDAD O NECESIDAD?. Para responder esta interrogante, quizá se debería empezar por evaluar el rol de las universidades en el proceso de formación del individuo, y del colectivo en función del bienestar espiritual y material de la nación. Esto quiere decir, revisar el papel de las universidades en el proceso de transformación social de una nación, en este caso Venezuela. Para ello, se tendría, necesariamente, que considerar la carta magna, norma suprema, o propiamente denominada “Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela” y por la cual se rige el funcionamiento de la nación. En resumen, la carta magna recoge en esencia los principios fundamentales de una nación modelo y sana desde todos los aspectos, o desde la mayoría de ellos.


No se trata simplemente de lo que se cree o piensa que seria ideal, utópico o quimérico. Se trata pues, de reconocer un principio fundamental de los derechos y deberes civiles: el bienestar común. Bienestar, que es destacado inclusive en el concepto legal de la Autonomía Universitaria (Art., 109 CRBV), tema tan discutido actualmente. Se cita fragmento, del Articulo 109: “El Estado reconocerá la autonomía universitaria como principio y jerarquía que permite a los profesores, profesoras, estudiantes, egresados y egresadas de su comunidad dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica, humanística y tecnológica, para beneficio espiritual y material de la Nación


De lo anterior puede interpretarse algo fundamental: la educación debe contemplar, necesariamente, un aspecto intangible y tan difícil de conceptualizar como la condición espiritual del colectivo. En consonancia y precedentemente, no por casualidad en el Articulo 102 de la norma suprema se contempla: La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria. El Estado la asumirá como función indeclinable y de máximo interés en todos sus niveles y modalidades, y como instrumento del conocimiento científico, humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad. La educación es un servicio público y está fundamentada en el respeto a todas las corrientes del pensamiento, con la finalidad de desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en una sociedad democrática basada en la valoración ética del trabajo y en la participación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación social consustanciados con los valores de la identidad nacional, y con una visión latinoamericana y universal. El Estado, con la participación de las familias y la sociedad, promoverá el proceso de educación ciudadana de acuerdo con los principios contenidos de esta Constitución y en la ley. Para tal exposición, no hay mucho que agregar o explicar.


No obstante, e inmediatamente en el Articulo 103 se resuelve lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones”...


Se pudiera pensar, que en estos tiempos de crisis económica mundial la tarea de atender a estos mandatos no es fácil. Probablemente es una realidad innegable, pero no quiere decir con ello que la tarea sea inalcanzable. De hecho, precisamente en tiempos de crisis es cuando se hace necesario trabajar de manera conjunta, para la consecución de nuevas soluciones. Por ello, hay que considerar además que la constitución nacional no prescribe en tiempos de crisis, ni mucho menos está contemplado legalmente. En este orden de ideas, es en crisis cuando mas debemos apegarnos a los preceptos constitucionales. Esto se logra, por un lado, reconociendo algunos deberes fundamentales, ciudadanos y de la nación. De manera tal, que si partimos del querer cumplir, y se cita Articulo 130 de la constitución: “Los venezolanos y venezolanas tienen el deber de honrar y defender a la patria, sus símbolos y valores culturales; resguardar y proteger la soberanía, la nacionalidad, la integridad territorial, la autodeterminación y los intereses de la Nación,…el Estado estará entonces en el deber de coadyuvar en dicho proceso, sin coartar, y de cumplir con su parte. Ello se fundamenta en el Articulo 4 de la carta magna: “La República Bolivariana de Venezuela es un Estado federal descentralizado en los términos consagrados en esta Constitución, y se rige por los principios de integridad territorial, cooperación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad”...


Corresponsabilidad ineludible, impostergable e insoslayable debido a que en el Articulo 1 de la norma suprema se establece claramente: “La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador.


En consecuencia, y por ello, es oportuno reflexionar sobre la doctrina o Ideario Bolivariano, trayendo a colación dos pensamientos del Padre de la Patria: “Moral y Luces son nuestras primeras necesidades”; y “Las Ciencias han inmortalizado países donde han Florecido”. En particular, no puede haber Moral ni Luces en un sistema educativo en el cual la participación directa del estudiante sea nula o solo representativa. Es decir, que las decisiones sean delegadas solamente a representantes y/o a las instancias superiores. Nótese que la expresión “delegada” es usada en lugar de “adjudicada”, puesto que la intención principal y última de esta reflexión es eso, reflexionar, y no reprochar o buscar culpables. Todo lo contrario, esto es un llamado directo a esa población estudiantil, que hasta ahora está en letargo, bien sea por desconocimiento de sus derechos y deberes, por falta de fe en si mismos o por la causa que fuere.


Como resultado, no puede haber una ciencia realmente útil, y menos inmortalizadora, de una nación megadiversa, si la misma no atiende a las necesidades evidentes. Necesidades en un mundo transculturizado, globalizado, y amenazado por la contaminación, por el cambio climático y por la modificación y degradación exponencial de sus hábitat. Creo que para quienes vemos televisión, oímos radio, y/o leemos noticias, no hace falta una referencia bibliográfica de un erudito. De manera general, la falla de esa ciencia débil, no radica solo en no atender las necesidades sino en no atender a la base misma del problema; esto es, reconocer las fallas de un sistema educativo que esta siendo probado por ese mundo vertiginosamente cambiante.


Puede sonar como una reflexión desleal, pero no lo es si obviamos simplismos generalizadores. Podemos excusarnos en pensar que tenemos buenos profesionales, un buen Pensum, una buena disposición para las cosas, o mejor aun, que nuestros egresados han ganado espacios que otrora estaban perdidos. Ciertamente, estas realidades pueden existir y existen en muchos casos. Sin embargo, considerar que es único y directo producto de la actual forma del sistema educativo, sería una simplificación acomodaticia de la situación y una suma errores.


El primero de estos errores, es no reconocer la autodeterminación y personalidad y potencial de todos y cada uno de esos egresados. Egresados que en muchos casos han sido, en lo particular, visionarios, con aptitudes diversas, carismáticos, emprendedores, batalladores, constantes y/o enfocados. Eso, en particular, es un merito propio y depende de sus decisiones. Además, cuando se sale al campo laboral se toma lo que hay disponible, o lo que se puede y no siempre se toma lo que se aspira. En algunos casos solo tienen que optar por conformarse, aun a cuestas de sacrificios personales. Eso, también es una realidad y hay que sopesarlo. Hay que abrir nuevos caminos, hay que dar herramientas.


El segundo de los errores, seria no considerar que si analizamos algunas leyes, ha habido cambios sustanciales en las mismas, permitiendo la participación activa de esos egresados. Un ejemplo de ello es la constitución, quien, y dándole personalidad, la hemos citado en varias ocasiones. Aparte, esa inclusión en el aparato productivo, responde a necesidades crecientes producto de un mundo dinámico, y que debe acatar las reglas establecidas. Por ello, es casi lineal esperar que nuevas demandas sociales y del mercado aparezcan. ¡Hay que estar preparados! Ciertamente, la universidad puede reclamar laureles de las victorias del pasado y del presente. Justo merecimiento, pero las coronas de laureles con el tiempo se empolvan y en el peor de los casos, las hojas se secan y pasan a ser solo un recuerdo del glorioso pasado lejano. Para tener nuevas coronas, hay que concursar por ellas y aparte, sembrar nuevas plantas de laureles para tener hojas frescas y sempiternas. Solo para reflexionar. Las plantas: sus alumnos; y los concursos: los retos presentes y futuros. No es conveniente llorar sobre la leche derramada, y menos conveniente aun es dormirse en los laureles. ¿El mensaje común para ambos casos?: ¡a trabajar en conjunto para la búsqueda de soluciones integrales e innovadoras!


En este punto, es bueno detenerse y preguntarse, qué pasaría si hubiese más opciones, que las tradicionales, en nuestro Pensum. Puede que haya quienes piensen que nada. Sin embargo, no se puede probar. No se puede probar nada de un futuro sobre el cual no se camina. Mucho menos, sobre un presente del cual no se parte. Ello, el no poder probar nada sin experimentarlo, es una realidad y está basado en el método científico: observación, ensayo y error. En tal sentido, aseverar de manera contundente que el mundo seguirá igual, es absolutamente incierto, absurdo y hasta cómodo quizá. Tal aseveración, coarta a la ciencia y transgrede su condición y esencia misma: el ensayo y error, la falibilidad y la refutabilidad. Condición ésta, fundamental para el progreso de la ciencia. Esto considerando, que una ciencia sin filosofía no tiene alma, y sin alma la ciencia es inútil y vana. Es de citar en este punto las palabras de una profesora amiga: “Ciencia sin aplicación, es vana erudición”. Entonces, la pregunta es, ¿estamos filosofando? o estamos siendo críticos en la toma de desiciones. Escuela de Ciencias Aplicadas del Mar,… ese es nuestro nombre. Pues que sea nuestro apellido también.


¡No llenemos Curriculum; llenemos la Vitae…!

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